En el origen de este monográfico se halla la voluntad de unos historiadores de la Antigüedad de cuestionar la validez del mapa, propuesto por E. Albertini en 1923, de la trama provincial que siguió a la reforma de Diocleciano en Hispania. Para trazarlo, E. Albertini utilizó el "principio de acomodación" que habría permitido la preservación de las estructuras territoriales romanas, en las de la Iglesia en la Alta Edad Media. Para abordar esta cuestión, se hizo necesario el diálogo con historiadores medievales. Este diálogo que abarca los siglos entre el IV y el XII ha tenido el mérito de superar la cuestión inicial para adoptar el enfoque epistemológico más fértil del «spatial turn» en el que las provincias ya no se pueden considerar únicamente como meros territorios congelados, sino como espacios marcados por la discontinuidad y la plasticidad de su uso.