El Derecho, como cualquier institución humana que pretende incidir en la realidad, debe tener lugar en un tiempo determinado.
Así, precisar durante qué tiempo rige el Derecho resulta una tarea indispensable, pero ciertamente compleja. Podría afirmarse, incluso, que se trata de una cuestión cada vez más controvertida. Las razones de ello seguramente sean variadas, pero la principal puede residir en el incesante, pero agotador, afán del Legislador en los últimos años por producir un volumen cada vez mayor de normativa, en la confianza, algo pueril, de que buena parte de los problemas que nos asolan como sociedad pueden ser paliados mediante la mera producción legislativa. La continua superposición de normas, no siempre deseada ni prevista, y su afán por proyectar sus efectos, en ocasiones, a momentos en los que ello no resulta constitucionalmente admisible han generado vivas polémicas doctrinales y jurisprudenciales, pero también sociales, que se abordan, desde diferentes perspectivas, en esta publicación.