El norte de Malí se convierte desde principios de 2012 en epicentro de diversos problemas. Por un lado se superpone en dicha región el incremento de una inseguridad debida a la combinación de efectos contagio procedentes de la vecina Libia con la preexistente situación crítica generada por el activismo de los terroristas yihadistas salafistas y de diversos tráficos ilícitos; y, por otro lado, todo ello se agrava cuando se produce un golpe de Estado de Bamako, el 21 de marzo - justificado por sus autores por el deterioro de la situación en el norte-, y la secesión formal, declarada por diversos actores en abril, para constituir en la región del Azaward un embrión de Estado.