El libro no constituye ninguna ensoñación ni utopía: no sólo hay crítica (que está al alcance de cualquiera) sino también propuestas concretas y tanteos. Parte, simplemente, de la base de que lo que sentimos y deseamos en la niñez puede conservarse a lo largo de toda la vida. Y, ¿quién no recuerda su infancia, repleta de curiosidad y de pasión, de deseo por descubrirlo todo? En las reflexiones que siguen he tratado de conciliar la infancia con la edad adulta, demostrando claramente que ello es posible, que sólo la torpeza o la mala fe pueden desviarnos de lo que es simplemente natural, lo más natural, por cuanto lo que habitualmente pretenden los adultos al descarriarse no lleva sino inevitablemente a la esquizofrenia, a esa normalidad tan alabada y cacareada que no es sino autoengaño y pura locura.