Este ensayo expone una investigación sobre el paisaje urbano en el cine moderno, tomando como referente la obra de Jean-Luc Godard en el periodo que discurre entre 1959 y 1979. De forma inédita, este libro plantea que su trayectoria fílmica puede leerse como una documentación crítica y perseverante de la ciudad así como de las formas de subjetividad que de ella pudieran brotar. El sujeto primordial de su cinematografía será entonces el proletariado urbano representado en la figura de la mujer. Esta es símbolo del ser que ha sido desposeído de todas esas coordenadas que le eran suyas (su tiempo, su cuerpo, sus afectos y finalmente su vida) y que, una vez abstraídas, han sido puestas a producir. Aunque precisamente por encontrarse en unas circunstancias alienantes, Godard considerará, combatiendo el fatalismo, que ellas son también el punto clave para empezar a revertir la situación, adueñarnos de lo propio y «vivir».