¿Nuestra meta apropiada es una actividad conforme a la completa excelencia humana más alguna forma de trascendencia o, por el contrario, para perseguir adecuadamente el bien humano en su totalidad debemos dejar de lado nuestro deseo de trascendencia? Mientras que para Nussbaum conviene una trascendencia humana e interna, para Taylor, el punto de vista inclusivo de una vida buena exige la eudaimonía aristotélica más la aspiración a la trascendencia.
Roberto Esteban Duque aprovecha este diálogo para presentar, desde el paradigma de Trascendencia encarnada, una visión integradora: es imposible negar, sin alterar la naturaleza humana, la aspiración a la trascendencia. Para el sacerdote, la filósofa estadounidense Martha Nussbaum pretende que la felicidad humana quede confiscada por el acceso de lo temporal y humano, un planteamiento secularista que repliega al hombre sobre su voluntad, cerrando así el paso a una referencia fundacional de la acción humana. Por su parte, la paradoja del pensador canadiense Charles Taylor es elocuente: ¿cómo alcanzar la vida plena que reprocha a Nussbaum no conseguir en la apertura a la trascendencia cuando al mismo tiempo se suprime la virtud para poder alcanzarla?