La crisis económica y financiera iniciada en 2008 vino acompañada para los países occidentales tanto de una pérdida de la legitimidad de su sistema político como de una demanda creciente de regeneración por parte de la ciudadanía. Desde entonces, movimientos políticos y sociopolíticos de distinto signo han surgido como nuevos actores. Ello ha obligado a los gobiernos y la Administración pública a buscar y ofrecer respuestas, a (re)diseñar los modelos& #8196;hasta ahora hegemónicos y a proponer otros alternativos.