El trabajo que el lector tiene en sus manos es el primer intento de fundamentación de la educación desde la antropología trascendental, la disciplina superior entre las filosóficas, inusitado descubrimiento de Leonardo Polo, relativamente reciente, bien formulado y expuesto por este autor en muchos libros, pero en especial en el que lleva por título dicho rótulo. De modo que, aunque solo fuese por este motivo, esta obra es, sin duda, audaz.
Como se puede advertir, la clave de este trabajo radica en la vinculación subordinada de todo lo rica y polifacética educación que se pretenda a un solo acto de ser personal, en rigor, en secundarizar las bases de la educación a la antropología trascendental. Lo mismo cabría llevar a cabo en las diversas materias que versan sobre las manifestaciones humanas: la ética, la familia, el lenguaje, el trabajo y el descanso, la cultura? Pero toda esta ardua tarea, que está por hacer, requiere en cada caso de un espíritu tan inconforme como audaz que se mida en cada una de esas áreas y sepa vincular cada una de ellas a lo trascendental humano.