Miguel de Zumárraga (ca. 1550-1630) fue un experto cantero en una ciudad dominada por la albañilería y la carpintería y, a pesar de ser conocida su principal obra, la iglesia del Sagrario de su Catedral desde principios del siglo XIX y ser estudiado parcialmente por diversos autores a lo largo del XX, carecía de una monografía que evidenciara su capacidad constructiva y de traza en la arquitectura sevillana de finales del XVI y primer tercio del XVII. Se hacía preciso perfilar su biografía y documentar su actividad como profesional libre y su brillante carrera en la construcción, que le llevó de cantero a aparejador y finalmente a maestro mayor de la Catedral, de obras del Arzobispado, de la Lonja de Mercaderes (actual Archivo de Indias) y, temporalmente, de los Reales Alcázares, con lo que lideró la arquitectura hispalense durante tres décadas. Se debía rastrear su actividad, recogiendo los salarios y colaboradores de su actividad profesional y establecer un catálogo de intervenciones, que nos permitiera evidenciar su personalidad artística. Singular en su producción fue el diseño de una portada clasicista monumental de cantería para la vieja fábrica gótica de la Magna Hispalensis, que no llegó a realizarse, o el vanguardista proyecto del Trascoro catedralicio, concebido a la manera de un retablo pétreo. Su labor fue muy extensa como maestro de fábricas del Arzobispado, por el amplio marco geográfico de intervención, y dejó honda huella en la planta superior de la Lonja de Mercaderes, donde demostró su habilidad en su abovedamiento. Su capacidad de diseño, de sabor protobarroco, le permitió la concreción de un tipo de portada y de espadaña, trazar retablos y rejas e, incluso, adaptarse a técnicas de raigambre mudéjar, asumiendo el ornato yesero, donde mostró destreza en recercos, tarjas y otros elementos.