Ya en 1902 Moisei Ostrogorski (1854-1921), autor ruso-judío instalado en París, alertaba en una ambiciosa investigación de los perniciosos efectos de las organizaciones de los partidos para las jóvenes democracias occidentales. Fallecido en condiciones miserables durante los primeros años del régimen soviético, Ostrogorski tuvo una segunda vida de la mano de la ciencia política empírica que le situó en su panteón de fundadores. No obstante, si nos interpela hoy es más por las paradojas que suscita que por sus convicciones académicas y políticas. Este libro explora dichas paradojas a partir del estudio de su poco conocida biografía, su participación de las sensibilidades ideológicas y científicas, y las plurales lecturas que se han hecho de su trabajo. Convencido liberal comprometido con la democracia, pero leído por sus enemigos de la extrema derecha francesa, nos habla de un tiempo en que la crítica a los partidos no tenía las ataduras del colapso democrático de entreguerras.
En 1902, Moisei Ostrogorski, autor ruso-judío instalado en París, ya alertaba de los perniciosos efectos de las organizaciones de los partidos para las jóvenes democracias occidentales. Fallecido en condiciones miserables durante los primeros años del régimen soviético, Ostrogorski tuvo una segunda vida de mano de la ciencia política empírica posterior a la II Guerra Mundial, que le situó en su panteón de padres fundadores. No obstante, si Ostrogorski nos interpela hoy es más por las paradojas que suscita que por sus convicciones académicas y políticas. Este libro explora dichas paradojas a partir de un completo estudio de su poco conocida biografía, su participación de las sensibilidades ideológicas y científicas, y las plurales lecturas que se han hecho de su trabajo. Ostrogorski nos habla de un tiempo en el que la crítica a los partidos no tenía las ataduras que después impondría el conocimiento del colapso democrático de entreguerras.