En palabras de Kafka, solo la brevedad es impecable. Y, en efecto, nada hay más difícil, en literatura, que decir más con menos. Por eso los microrrelatos de Ricardo Álamo incluidos en esta edición de Mínimo esfuerzo presentan al lector una feliz idea, muchas felices ideas, con el exacto designio de no hacerle perder el tiempo con palabras de más. Sobre cada uno de estos microcuentos o pequeños universos gravita el asombro, la inquietud, la sorpresa, que son cuerdas que suenan muy bien en este género literario, donde, como en un juego de trile (ahora lo ves, ahora no lo ves), uno parpadea ante la habilidad de un cuentista de feria.