La literatura se pone al servicio de aquella parte de la humanidad que durante milenios ha vivido entre sombras; que fue injustamente dominada, silenciada, reducida casi a la esclavitud... La pluma concede voz a la mujer con la pretensión de que sirva para paliar secuelas de lamentables usos y costumbres. Porque la mujer (ser humano que mantuvieron las civilizaciones, y en algunos lugares sigue siendo así, lejos del poder, la libertad y la cultura) intenta hoy sujetar sus riendas y pasar a ser compañera del hombre, no su sierva. Tome impulso para volver a alzarse si cayó, que el hecho de caer no resulta motivo de desdoro, pero sí lo será permanecer sollozando en el suelo mientras aguardamos que otro nos levante.