Al historiador lo hemos imaginado como un explorador a punto de aventurarse por tierras aún por descubrir. Lo hemos condenado a moverse por un territorio virgen, pero delimitado por fronteras muy bien definidas: por un lado, las grandes estructuras, por el otro, la agencia de los individuos; a un extremo, la historia de los grandes hombres, al otro, la historia desde abajo; en un polo, la realidad, en el otro, su representación; y así sucesivamente. Es entre estos límites donde el historiador establece su campo de acción. El presente libro pretende proporcionar a los amantes de la historia una guía que los prepare para afrontar sus primeras exploraciones a través del tiempo.